miércoles, 24 de junio de 2009

EL NEGOCIO DELICIOSO

Elizabeth Wilhelm va por las galletitas... y De Vido, para que vino antes?

NutriSantiago” aspira a explotar dos mercados que se encuentran en franco crecimiento. Por un lado, el de los Programas de Desayunos Escolares que se desarrollan tanto en nuestro país como en el extranjero, y por otra parte, el de la elaboración de alimentos funcionales que aporten a la diesta compuestos beneficiosos para la salud. La inversión total para la creación y puesta en funcionamiento de NutriSantiago alcanza los 12 millones de pesos, de los cuales 8,6 millones ya fueron aplicados en infraestructura. Quienes conforman esta compañía son dos empresas argentinas que poseen una amplia experiencia en el sector de la alimentación y de la nutrición.
Hallado el cargamento de oro y plata del barco hundido en el Atlántico Sur

Un robot submarino guiado por control remoto desde un barco encontró el millonario cargamento de oro y plata de Argentina que se había hundido con un pesquero en enero último en el Atlántico Sur, informó a la AFP este martes una fuente de la misión de rescate.
"Se cumplió con la etapa de encontrar el barco (el pesquero chileno "Polar Mist", que transportaba los metales preciosos) y se determinó que la carga de oro y plata está a bordo. Próximamente comenzarán las tareas de salvamento del cargamento", dijo la fuente, que pidió anonimato.
La embarcación con 9,4 toneladas de oro y plata, valuadas en 17,6 millones de dólares, se fue a pique el 18 de enero pasado, a 40 Km de la costa de la provincia patagónica de Santa Cruz (sur). Fue considerado en aquel momento un misterioso naufragio tras un temporal, en un hecho que aún no fue esclarecido, y levantó sospechas sobre las circunstancias en que se produjo.
El "Polar Mist" fue hallado en las últimas horas a 80 metros de profundidad por un operativo a bordo del barco C-Sailor, de bandera de Vanuatu, que había partido el viernes desde Punta Loyola, en las afueras de Río Gallegos, capital de Santa Cruz, 2.800 km al sur de Buenos Aires.
Una vez determinada la localización de la embarcación, un sofisticado robot submarino descendió y consiguió ingresar a las bodegas del pesquero, donde registró imágenes del preciado cargamento, que luego fueron enviadas a un juzgado de Río Gallegos. "El video realizado muestra claramente las bolsas y los canastos en los que se embalaron los lingotes", precisó la fuente.
El siguiente paso será el operativo de rescate, en el que participarán buzos expertos que deberán sumergirse a 80 metros de profundidad para reflotar la carga. El "Polar Mist" había partido el 14 de enero de Punta Quilla, en Santa Cruz, y debía hacer escala en Punta Arenas, al sur de Chile, seguir hasta Santiago, desde donde el cargamento continuaría vía aérea hasta Suiza.
De la carga total del buque, la minera Cerro Vanguardia es dueña de una parte en tanto que otra pertenece a Minera Tritón, ambas instaladas en la extensa y despoblada provincia de Santa Cruz. El naufragio del barco pesquero estuvo rodeado de incógnitas desde que tomó estado público un mes después de haber ocurrido, a través de una investigación judicial.
A un día de zarpar, el pesquero quedó atrapado en un fuerte temporal, con siete tripulantes y un pasajero, pero pidió auxilio hasta ser evacuado. El barco quedó a la deriva cerca de 24 horas hasta que el remolcador chileno "Beagle" intentó llevarlo hacia la costa, pero durante un confuso intento de salvataje se hundió en el mar.
Un primer intento de salvamento se frustró en abril a raíz de un conflicto con los gremios de trabajadores marítimos, que desistieron de participar en el operativo por la negativa de la aseguradora de pagarles una remuneración especial en función de la carga que iban a rescatar. Para ese rescate había sido contratado el buque noruego "Skandi Patagonia", por sus condiciones técnicas y por estar en la región al servicio de la petrolera Total Austral.


NEO-MARXISMO DE LA ESCUELA DE FRANKFURT

El director general de Educación bonaerense, Mario Oporto, defendió hoy el dictado de "Construcción de Ciudadanía", cuestionado por el arzobispo de La Plata Héctor Aguer, mientras CTERA acusó al prelado de recurrir a un "lenguaje reaccionario y similar al de la dictadura" en sus críticas a la enseñanza de esa asignatura curricular.
Oporto consideró "injusto hacia los docentes decir que se enseña a los chicos una ideología determinada" ya que "eso no forma parte del pluralismo de la escuela argentina, que es una escuela pública, y por lo tanto nada de lo que se enseña en ella es secreto, nada de lo que se enseña en ella es a puerta cerrada".
"Además, es injusto decir que se denigra lo femenino", manifestó a la prensa, dado que "no hay lugar en donde esté más presente la idea de mujer y la idea de madre que en la escuela, nosotros estamos seguros que la escuela tiene que enseñar educación sexual".
Aguer, quien preside la comisión Episcopal de Educación Católica bonaerense, aseveró ayer que el dictado de "Construcción de Ciudadanía" en las escuelas bonaerenses "se inspira en el neomarxismo de la Escuela de Frankfurt, e impone una teoría crítica que pretende hacer del niño un pequeño teórico crítico para cambiar la sociedad".
Asimismo, objetó la ausencia de dictado de nociones religiosas en la escuela pública. Oporto precisó que "lo que se enseña en el primer ciclo es el ejercicio de los deberes y los derechos de los ciudadanos, en una materia teórico-práctica en donde queremos que el aprendizaje de derechos y deberes se lleve adelante con un proyecto de participación democrática".
La titular de CTERA, Stella Maldonado, enfatizó que las expresiones de Aguer "profundamente reaccionarias, y expresadas en el mismo lenguaje que la dictadura militar genocida utilizaba en los instructivos que enviaban a las escuelas para detectar docentes y estudiantes 'subversivos', dejan muy claro el pensamiento radicalmente ultraderechista del prelado platense".
Maldonado consideró, sobre la mención a la escuela de Frankfurt, que "lo ubica aún más claramente en el espectro ideológico".
"Recordemos que tanto (Theodor) Adorno como (Max) Horkheimer y (Walter) Benjamin fueron perseguidos por el nazismo y elaboraron teorías que iluminaron en su momento la comprensión del mal absoluto para futuras generaciones", agregó la titular de CTERA.
"No es asombroso entonces que monseñor Aguer use este lenguaje cuartelero", advirtió.
Maldonado enfatizó: "Mientras denigra un espacio curricular dedicado a la formación de ciudadanos capaces de defender sus derechos, se opone a la enseñanza de la educación sexual, a que niñas violadas aborten en el marco de la ley vigente y no se le escuchó una palabra de condena para el sacerdote genocida Christian Von Wernich que asistía a las torturas, ni para el sacerdote condenado en primera instancia por pedofilia y abuso de menores Julio Grassi".
El titular de la Unión Docentes Argentinos (UDA) bonaerense, Alfredo Conde, dijo que es "llamativo que faltando pocos días para las elecciones monseñor Aguer ataque a los docentes con declaraciones carentes de fundamento".
"Los docentes no formamos 'analfabetos revolucionarios' como dijo ayer en su homilía, sino futuros ciudadanos que conozcan los valores de la democracia", concluyó.
El director de la Escuela Normal 2 de La Plata, Emilio González, manifestó sobre la polémica que "se trata de una lectura un poco llevada al extremo" y explicó que "es una materia optativa que se da en el último año de la secundaria básica y que está dictada por docentes que no tienen la misma ideología".
laprensa.com.ar

lunes, 22 de junio de 2009

MONARQUIA O DEMOCRACIA?

PARTICIPACION DE CATOLICOS EN DEMOCRACIA: UN CALLEJON SIN SALIDA
Por: Juan Carlos Monedero (h)
(Colaboración del autor)


Ante las elecciones del domingo 28 de junio, diferentes autoridades eclesiásticas han hablado del modo de participación de los católicos en el sistema político vigente. También desde los púlpitos –éste mismo sábado por la tarde, por ejemplo– se ha hablado del tema. De las mismas, algunas de ellas tomaron estado público, otras no, pero la más significativa tal vez sea la emitida el pasado domingo 14 de junio, por Monseñor Francisco Polti, en su homilía de Corpus Christi, celebrada en la catedral Nuestra Señora del Carmen –Santiago del Estero–, quien dijo algunas cosas que merecen ser analizadas con detenimiento (AICA):
“Todos los bautizados católicos, al participar de las elecciones como verdaderos ciudadanos comprometidos con nuestra patria, sabemos muy bien que hay valores fundamentales que no son negociables. Me parece oportuno hoy recordarlos para tenerlos en cuenta a la hora de elegir a los futuros legisladores: el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas”.




No hay duda de que todas las cuestiones que se proponen como criterios “para elegir legisladores” son loables: respeto de la vida del nonato y de la sexualidad tal como Dios la creó, integridad de la institución familiar, libertad de educación de los hijos, bien común. Pero este no es el punto en discusión. Los católicos ya sabemos –o deberíamos saber– que todo eso está muy bien. Lo que verdaderamente nos preguntamos es si este buen propósito tal como está planteado es conducente. A tal fin escribimos estas líneas, pues –por las razones que se verán a continuación– creemos que el mismo planteo es gravemente erróneo y conduce precisamente a afianzar los males que se pretenden evitar.
Ningún partido político está dispuesto a una defensa hasta las últimas consecuencias de todos estos principios. Ninguno. No hablemos ya del PRO, del Frente para la Victoria, de la Coalición Cívica o de los demás partidos políticos, particularmente los de izquierda. Esos están descartados de antemano; por su historia, por su prontuario, por toda la recolección de indignidades que jurídica y legalmente han perpetrado.
Pero lo peor es que tampoco ningún partido político –por más católico que fuera– puede defender integralmente estas verdades.
Y esta imposibilidad no es pasajera, no es una imposibilidad accidental, no es un problema que hoy existe pero mañana podría desaparecer. No, al contrario: Es un obstáculo insalvable.
¿Cuál es ese obstáculo? El obstáculo es el principio mismo de la democracia, que no es otro –veamos si no el artículo 37 de nuestra tan loada Constitución– que la soberanía popular. Dice el estatuto liberal:
“Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio”.
En virtud de este principio, la decisión última que abre la puerta a una ley inicua o se la cierra, es la cifra. El número. No las razones, no los argumentos, no la verdad, no el orden ni el derecho. Sólo los números. Por eso, por más que un partido político católico vote en contra de una ley inicua, es evidente que no hace todo lo que está a su alcance para evitar este mal. Y no lo hace porque su reacción ante esta abominación no puede ser sino limitada; se mueve dentro de los cánones del principio de la mayoría, de la legalidad –aunque ilegítima–; se arriesga a perder y, finalmente, termina perdiendo siempre, aceptando el remate de principios y cuestiones morales objetivas. Lo primero que debe decirse es que estamos obligados a impugnar de raíz un sistema que descansa únicamente en la voluntad popular, en las mayorías.
Por eso es que desconciertan, si no entristecen, las ingenuas apelaciones de Monseñor Polti. Una ingenuidad paralizante que acaba en la esterilidad apostólica: Lo que nos está diciendo es, en la práctica, que debemos apoyar el sistema que hace posibles y realiza semejantes iniquidades.
Dolorosa realidad: Los partidos mayoritarios no defenderán –teniendo la fuerza para hacerlo– las cuestiones de orden natural, y los partidos católicos no sólo no tienen la fuerza de la mayoría para defender estas cuestiones, sino que, sobre todo y principalmente, aceptan rifar la verdad en un plebiscito.
Al ir a un plebiscito, aceptan –por más que en su foro íntimo no lo juzguen así– la decisión que saldrá de las urnas. No pueden invocar algo “más allá” de la mayoría, algo “allende” la voluntad popular; no pueden apelar a una legitimidad por encima de la legalidad. No pueden negarle públicamente a las personas su “derecho”, su falso derecho, a llevar al poder a un partido pro abortista, o que por lo menos no tenga una postura claramente antiabortista. No: Los partidos tienen que aceptar, les guste o no, la decisión de las urnas. Por eso, aunque intenten que se los vote con el pretendido fin de defender el orden natural –el sobrenatural conviene no mencionarlo, ya que han abandonado las luminosas enseñanzas del Reinado Social de Cristo, dejando entre paréntesis la Gracia–, ya han perdido de antemano.
El sistema democrático hace posible que una decisión mayoritaria, aunque injusta e inmoral, se convierta en ley.
Hans Kelsen, el famoso jurista judío austríaco, paradigma del positivismo en el siglo XX, vio con toda claridad esta irreductibilidad de alternativas al afirmar, y con razón, que existe una particular filosofía que está detrás del sistema democrático. Y que esa filosofía, que es su fundamento, no puede cambiar sin que ipso facto el sistema mismo deje de ser lo que es. De ahí que haya escrito en su libro Esencia y valor de la democracia, una frase de plena vigencia:
“en efecto, si se cree en la existencia de lo absoluto –de lo absolutamente bueno, en primer término–, ¿puede haber nada más absurdo que provocar una votación para que decida la mayoría sobre ese absoluto en que se cree?”
Los católicos, pues, entramos en una permanente contradicción, en una insalvable aporía, si pretendemos defender la verdad en un régimen al que le resulta indiferente la verdad, o que la somete al veredicto mayoritario.
En efecto, es en el mismo punto de partida en que debemos situar la problemática, y así lo hace el mismísimo Kelsen:
“La cuestión decisiva es si se cree en un valor y, consiguientemente, en una verdad y una realidad absolutas, o si se piensa que al conocimiento humano no son accesibles más que valores, verdades y realidades relativas. La creencia en lo absoluto, tan hondamente arraigada en el corazón humano, es el supuesto de la concepción metafísica del mundo. Pero si el entendimiento niega este supuesto, si se piensa que el valor y la realidad son cosas relativas y que, por tanto, han de hallarse dispuestas en todo momento a retirarse y dejar el puesto a otras igualmente legitimas, la conclusión lógica es el criticismo, el positivismo y el empirismo…”.
El positivista austríaco reconoce y admite la filiación filosófica-política entre el sistema democrático y las corrientes mencionadas. No hay, pues, un indiferentismo axiológico. No hay una absurda creencia en que de cualquier principio puede derivar cualquier conclusión. No hay tampoco un engaño respecto de lo que puede y no puede dar la democracia.
Con sentido ponderativo, por supuesto, pero facilitando la comprensión de los términos, Kelsen nos remite a los pensadores que han defendido la democracia y, además, a los que la han rechazado:
“En efecto, todos los grandes metafísicos se han decidido por la autocracia y contra la democracia; y los filósofos que han hablado la palabra de la democracia, se han inclinado casi siempre al relativismo empírico”.
Por su parte, Kelsen entiende por autocracia todo gobierno que reconozca la primacía de una verdad absoluta, independiente de las subjetividades humanas. La cita continúa y es esclarecedora:
“Así vemos en la Antigüedad a los sofistas que, apoyados en los progresos de las ciencias empíricas de la Naturaleza, unieron una filosofía radicalmente relativista en el dominio de la ciencia social con una mentalidad democrática. El fundador de la sofística, Protágoras, enseña que el hombre es la medida de todas las cosas, y su poeta Eurípides ensalza la democracia y la paz”.
Pero veamos ahora a los tradicionales enemigos de la democracia. Tal vez nos ayude a tomar partido respecto de ella:
“A su vez, Platón, en quien renace la metafísica religiosa contra el racionalismo de la ilustración, declarando contra Protágoras que la medida de todas las cosas es Dios, es el mayor enemigo de la democracia y un admirador y aún propugnado del a dictadura.
En la Edad Media, la metafísica del Cristianismo va unida, naturalmente, a la convicción de que la mejor forma política es la Monarquía, como imagen del gobierno divino del universo. Santo Tomás constituye un testimonio culminante en este sentido”.
Y llegado aquí, uno no sabe cómo agradecerle a Kelsen su ponderación por la democracia, ponderación que pone sobre el tapete sus ineludibles fundamentos, destruyendo de raíz el sofisma del indiferentismo axiológico, que pretende –para hablar en criollo– que un olmo produzca peras.
La democracia, nos enseña el hebreo austríaco, sólo puede tener lugar cuando la razón natural y las verdades absolutas están oscurecidas y relegadas al terreno de lo abstracto, de lo imposible, de lo ficticio, de lo irresoluble. Cuando el ocaso de la razón es un hecho, entonces se alza el sistema que pone como categoría fundamental al número, razón por la cual Kelsen admite y confiesa lo siguiente:
“si se declara que la verdad y los valores absolutos son inaccesibles al conocimiento humano, ha de considerarse posible al menos no sólo la propia opinión sino también la ajena y aún la contraria. Por eso, la concepción filosófica que presupone la democracia es el relativismo”
La claridad de este enemigo del orden natural –recordemos su procedencia del positivismo jurídico– es admirable. Ha de considerarse posible al menos no sólo la propia opinión sino también la ajena y aún la contraria, ha dicho el escéptico. Y sabe lo que dice. Traduzcámoslo a la Argentina de hoy y veremos en qué trampa caemos los católicos cuando pretendemos defender la verdad en el sistema democrático.
Si “ha de considerarse posible al menos” no sólo la propia opinión, pongamos, para aclarar, el ejemplo del aborto. Una vez que entramos en Democracia, no nos queda otra salida que aceptar como posible que un partido se presente como partidario del crimen silencioso. Debemos admitirlo, so pena de ser excluidos del redil bien pensante. Y, por ello, con lógica democrática, no podemos negarle derecho a existir a esa posición.
Ahora bien, si no podemos negarle derecho a existir, estamos nivelando a la verdad con el error, a lo bueno con lo malo, a la realidad con la mentira, a la vida hecha a imagen y semejanza de Dios con el asesinato de un niño inocente. Todo eso estamos admitiendo si entramos en el sistema. Estamos nivelando el asesinato abominable, el derramamiento de sangre inocente que clama al cielo por justicia, con el derecho del niño a nacer, como si fueran ambas posiciones igualmente admisibles.
Intentar ganarles dentro del mismo sistema, ingresando en él, termina consolidando la injusta legalidad que permite estas inmoralidades y atrocidades. Cada vez que perdamos una elección, estaremos obligados en virtud del principio democrático a admitir como válida la postura pro abortista. De nada servirá la apelación al derecho natural, a los principios no negociables, porque su mención no podrá pasar de un intento puramente verbal, en el contexto de un sistema que se desentiende por principio de la verdad y del bien objetivos. Porque si la norma fundamental del sistema es distinta y aún opuesta al derecho natural –y en efecto, lo es–, es evidente entonces que la ultima ratio de las decisiones no es la Verdad, no es la realidad, sino el número, la mayoría.
Y este nivelar la verdad con el error no es, como puede pensarse, algo accidental al sistema. Es de su misma esencia. Porque esta nivelación de la verdad con el error, está fundada en la reducción de todo lo que se discute a su condición numérica. No puede eludirse esto ni puede afectarse que se desconocen estas conclusiones. Si el escepticismo y el relativismo mandan, como admite con honestidad intelectual Kelsen, entonces ninguna opinión es más verdadera que otra. Ninguna opinión es más falsa que otra. Sólo queda guiarse por la mayoría: Todo es lo mismo.
“La democracia concede igual estima a la voluntad política de cada uno, porque todas las opiniones y doctrinas políticas son iguales para ella, por lo cual les concede idéntica posibilidad de manifestarse y de conquistar las inteligencias y voluntades humanas en régimen de libre concurrencia. Tal es la razón del carácter democrático del procedimiento dialéctico de la discusión, con el que funcionan los Parlamentos y Asambleas populares”
Lo dice Kelsen, nada menos que en un libro que lleva por nombre Esencia y valor de la democracia. Por eso, invirtiendo su valoración, lo que debe hacer el católico que realmente quiera defender “la vida desde la concepción”, “el derecho a la educación de los hijos”, “el bien común”, “el matrimonio”, es en primer lugar rechazar de plano el sistema político que hace posible la legalización del aborto, que hace posible el totalitarismo educativo, que hace imposible el ordenamiento al bien común, que hizo posible la ley del divorcio. Si observamos bien, todas, absolutamente todas, leyes injustas y abominables que han alcanzado su promulgación por la vía del sufragio. Han ingresado por medio del voto. Han sido sancionadas a través de la voluntad de la mayoría.
Estas leyes inicuas no fueron sancionadas a pesar de vivir en Democracia.
Fueron sancionadas porque vivimos en Democracia.
He ahí el enemigo: El sistema que difunde la pérfida noción de que todo es lo mismo, la verdad, el error, el bien, lo malo, la belleza, la fealdad.
Por eso es que la participación de los católicos en la democracia no es ni puede dejar de ser un callejón sin salida, una trampa que se arroja a los buenos católicos para que, sin advertirlo, colaboren en la tarea de la confusión de las inteligencias. Rechacemos de plano la mentalidad democrática, niveladora de la luz y de las tinieblas. Y, nuevamente, rechacémosla por aquello que el ya citado Kelsen reconoce sin quererlo: Su culpabilidad en el Viernes Santo.


“En el capítulo XVIII del Evangelio de San Juan se describe un episodio de la vida de Jesús. El relato sencillo, pero lapidario por su ingenuidad, pertenece a lo más grandioso que haya producido la literatura universal, y, sin intentarlo, simboliza de modo dramático el relativismo y la democracia”.
No pierdan el detalle:
“Es el tiempo de la Pascua, cuando Jesús, acusado de titularse hijo de Dios y rey de los judíos, comparece ante Pilato, el gobernador romano. Pilato pregunta irónicamente a aquel que ante los ojos de un romano sólo podía ser un pobre loco: ‘¿Eres tú, pues, el rey de los judíos?’. Y Jesús contesta con profunda convicción e iluminado por su misión divina: ‘Tú lo has dicho. Yo soy rey, nacido y venido al mundo para dar testimonio de la verdad. Todo el que siga a la verdad oye mi voz’. Entonces Pilato, aquel hombre de cultura vieja, agotada, y por esto escéptica, vuelve a preguntar: '¿Qué es la verdad?'. Y como no sabe lo que es la verdad, y como romano está acostumbrado a pensar democráticamente, se dirige al pueblo y celebra un plebiscito”.


Poncio Pilato, que pasó a la historia como aquel que se lavó las manos de la Sangre Inocente que estaba a punto de entregar. Poncio Pilato, el perfecto demócrata.
El Relativismo y la Democracia firmaron entonces una alianza que nadie –so pena de hacer mutar la naturaleza de las cosas– puede borrar.
Nuestro camino no puede estar, entonces, en el arriesgar la verdad al capricho y a la veleidad de las mayorías tumultuosas, las mismas que un domingo de Ramos honraron a Cristo, para pocos días después pedir su Crucifixión. Pidamos, por el contrario, la gracia de hacer carne en nosotros mismos estas palabras del salmista, que son el verdadero itinerario de nuestra actitud en el orden político, orden que debe ser restaurado por Nuestro Señor. Roguemos a Dios, entonces, diciendo con el Salmista nuestra oración esperanzada:
“Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.
Toma el escudo y el broquel,
Levántate y ven en mi ayuda;
Empuña la lanza y la jabalina
Para enfrentar a mis perseguidores;
dime: ‘Yo soy tu salvación’”.
http://www.santaiglesiamilitante.blogspot.com/
Dice El Apuntandor: El católico en realidad debe ser monarquico.

domingo, 21 de junio de 2009

VISITAS AL CAMPO DE PRISIONEROS

No es Auschwitz ni Guantanamo, es Santiago del Estero.-Con motivo del Día del Padre, familiares de los prisioneros del gobierno comunista que des-gobiernan el país, visitaron el campo de prisioneros "Colonia Pinto", en la provincia de Santiago del Estero.
Extrictos controles, como en Cuba, la URSS o China, se llevaron a cabo a todos quienes ingresaron a la prisión federal. "Por seguridad no pueden ingresar con poulloveres, o prendas con capuchas".
Alambrados, puertas, doble control, más puertas y alambrados, torres de control, luces, guardias permanentes que observan todos los movimientos de las visitas, desconfiando a cada momento de todos.
Alguien comento: "Estamos en Cuba? Pero che! que es esto? Acasos los federales se han olvidado de la bomba en la Superintendencia? Que barbaro!"

Allí deben soportar los presos del régimen "castrista-guevaristas" ésta parodia ideologica-judicial.
A su izquierda el Penal Federal de Colonia Pinto, Santiago del Estero, a la derecha "Guantánamo", Cuba, se observan diferencias?
Y sabemos que los Derechos Humanos internacionales estan presionando para levantar la cárcel norteamericana en Guantánamo, Cuba, cuando en éste país los mismos organismos las promueven.
Más allá de la función, familiares observaron que a pesar del poco tiempo que fue levantado éste penal, se pueden ver grandes manchas de humedades ya en las paredes, otro turbio del gobierno.